Ensuciarse es bueno para la salud. Te explicamos cómo aprovecharlo al máximo.
Publicado por: AARP
Por fin ha llegado la primavera, y para los jardineros que han estado confinados en las zonas más frías del país, eso significa que es hora de salir al aire libre y ensuciarse un poco… y quizá también mejorar la salud.
La jardinería es muy buena para nosotros. Los estudios demuestran que constituye un verdadero ejercicio y que aporta beneficios que pueden incluir el fortalecimiento de las manos, un corazón más saludable y una vida más larga. Un estudio de Suecia (en inglés) observó que los adultos mayores que se ocupaban del jardín padecían menos derrames cerebrales, ataques cardíacos y muerte prematura, al margen de otros hábitos de ejercicio que tuvieran. La jardinería también puede ser una bendición para la mente y una forma de conectarse con los demás.
¿Quieres que este hábito saludable resulte aún más saludable? Considera estas ocho ideas:
1. Aumenta el ritmo… poco a poco
Las pautas del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. sobre la actividad física indican que los adultos deberían proponerse realizar al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad intensa cada semana. Las personas que se dedican a la jardinería pueden “alcanzar fácilmente” el objetivo de actividad moderada, dice Candice Shoemaker, profesora jubilada de Horticultura en la Universidad Estatal de Kansas.
Si bien es cierto que desmalezar un poco puede no elevar mucho la frecuencia cardiaca, toda actividad que movilice tanto la parte superior como la inferior del cuerpo, como cavar, rastrillar o tirar de una manguera, puede mantenerte en la zona de actividad moderada, dice Shoemaker.
Si no has estado activo durante el invierno, “tal vez puedas hacer sesiones breves para aumentar” la resistencia, sugiere Christine Zellers, educadora de salud de la Rutgers Cooperative Extension del condado de Cape May, Nueva Jersey. “Tal vez caminar un poco de un lado a otro, hacer entrar en calor los músculos, o quizá incluso hacer algunos estiramientos”, añade.
2. Levanta esa paca… con cuidado
Las pautas gubernamentales sobre la actividad física indican que es necesario hacer ejercicios de resistencia al menos un par de veces por semana, y levantar objetos pesados en algunas tareas de jardinería puede contar, dicen las directrices.
Según Shoemaker, sus investigaciones indican que hasta las tareas ligeras de jardinería —como plantar en macetas— pueden mejorar la fuerza de las manos y la destreza de los dedos en los adultos mayores, incluso en los que se recuperan de un derrame cerebral.
Zellers dice que las personas que se dedican a la jardinería deben conocer su propia fuerza y proceder en consecuencia. Cuando ella trabaja sola con bolsas pesadas de mantillo, utiliza un balde para transportar cantidades manejables a los canteros.
Si levantas bolsas pesadas, evita agacharte y hacerlo de forma que se tensen los músculos de la espalda, recomienda. En cambio, flexiona las rodillas y haz trabajar los músculos más fuertes de las piernas.
Si te pones mucho en cuclillas en el jardín, puedes fortalecer aún más los músculos de las piernas y de toda la parte inferior del cuerpo. Sin embargo, debes tener cuidado: las personas propensas a sufrir dolor de rodillas deberían limitar el trabajo en cuclillas y de rodillas sobre suelo duro, y utilizar un banquillo de jardinería de dos caras con asiento acolchado que también pueda utilizarse para arrodillarse, sugiere Shoemaker.
3. Conoce los efectos del sol
Puede ser tentador suponer que la jardinería es una oportunidad para tomar un poco de sol y aumentar la producción de vitamina D. Si bien algunos médicos recomiendan algunos breves períodos de exposición al sol sin protección cada semana por este motivo, la Academia Estadounidense de Dermatología dice que es mejor obtener esta vitamina (que fortalece los huesos) por medio de suplementos y alimentos, como el salmón y las bebidas fortificadas. Esto se debe a que la exposición al sol aumenta el riesgo de padecer cáncer de piel.
Debes aplicarte protector solar con factor de protección de por lo menos 30 una media hora antes de salir, dice Alison Ehrlich, una dermatóloga de Washington D.C.
Para protegerte del sol, también conviene usar un sombrero de ala ancha, mangas largas y pantalones, que también protegen contra garrapatas y otros insectos, sobre todo si calzas los pantalones dentro de unas botas altas. Según Ehrlich, lo ideal sería no exponerse al sol desde las 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde, cuando los rayos son más intensos. También podrías “cultivar estratégicamente en distintas zonas del jardín” que tengan sombra a distintas horas del día, agrega.
4. Usa guantes
La mejor protección de los jardineros contra la hiedra venenosa, el roble venenoso, las espinas de las rosas y otros riesgos es un buen par de guantes largos con puño, dice Ehrlich. “Las personas sufren los efectos de la hiedra venenosa en las muñecas y los antebrazos porque se desplaza la camisa”, dice. Ella suele usar un par de guantes de cuero cuando trabaja en el jardín. Y dice que si hay humedad, es mejor usar un par impermeable.
5. Usa mascarilla
El mismo tipo de mascarillas que se utiliza para la prevención de la COVID-19 puede disminuir los síntomas de las alergias estacionales al reducir el polen y las esporas de moho que inhalamos, según sugiere una investigación (en inglés). Según la American Academy of Allergy, Asthma & Immunology, muchos pacientes con alergias probablemente notaron una diferencia al comenzar a usar mascarillas contra la COVID-19. El grupo recomienda que las personas que tienen alergias en espacios exteriores lleven mascarillas cuando corten el césped o trabajen en el jardín.
Los jardineros alérgicos deben mantener los guantes, herramientas y zapatos de jardinería fuera de la casa y ducharse al entrar, dice el grupo. Quitarse la ropa y meterse en la ducha reducirá la exposición al aceite de hiedra venenosa que pueda haber quedado adherido a la ropa o a la piel, dice Ehrlich.
6. Cultiva con otras personas, o para ellas
Participar en un club de jardinería o en un jardín comunitario puede hacer que el cultivo sea una experiencia más social y puede acentuar los beneficios para la salud física y mental, según sugieren los estudios. La investigación de Shoemaker indica que incluso las personas que trabajan solas en el jardín pueden recibir beneficios sociales al compartir lo que cultivan. Eso puede significar llevar productos excedentes a los vecinos o alguna otra cosa, dice. Un hombre al que entrevistó cultivaba flores que luego llevaba a su iglesia. “Me dijo: ‘Conocí a muchas personas en mi iglesia, porque querían conversar conmigo sobre mis flores’”, recuerda.
Zellers advierte que el simple hecho de salir a cultivar un huerto puede ofrecer oportunidades de socialización. Comenta que la gente se para a conversar todo el tiempo cuando ella está trabajando en sus canteros. Este tipo de encuentros puede favorecer el contacto entre vecinos que de otro modo no hablarían, dice.
7. Cultiva más alimentos
Las flores son muy bonitas, pero si el jardín no incluye cultivos comestibles, te pierdes una forma económica de añadir alimentos saludables a la dieta, según Zellers y Shoemaker.
“Cuando cultivas alimentos, es más probable que los consumas”, dice Shoemaker. Las investigaciones demuestran que los adultos mayores que cultivan un huerto consumen más verduras que quienes no lo hacen.
Si tienes poco espacio, comienza por cultivar algunas hierbas, sugiere Zellers. ¿No sabes qué cultivar o cómo hacerlo? Las oficinas de extensión cooperativa de todo el país son excelentes recursos para obtener asesoramiento sobre jardinería, dice.
8. Detente a oler las rosas (y escucha los pájaros)
Según Zellers, uno de los principales beneficios que aporta la jardinería a la salud mental es la oportunidad de desconectarse de todo lo demás y pasar un rato en contacto directo con la naturaleza. Las investigaciones lo corroboran: un estudio del 2022 concluyó que el simple hecho de ver o escuchar pájaros en el exterior es suficiente para mejorar el bienestar mental, incluso en las personas que tienen depresión. “Cuando trabajo en el jardín”, dice Zellers, “intento tomarme un momento para observar que, vaya, ha salido el sol, hoy es un día estupendo, lo siento en la piel. … Es muy agradable tomar consciencia de lo que te rodea”.